Salvador Beltrán presenta ‘No intentes amarrarme’

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Desde los primeros acordes de No intentes amarrarme se respira un nuevo Salvador Beltrán. Sólido como en su debut, Cambio de planes, pero con un sonido diferente, más internacional, más grande. Empieza a sonar su voz, que se deja envolver por un groove contagioso y la canción crece como el propio Salvador.

“Es un tema que resume muy bien el contenido de este nuevo disco, en el que he querido introducir elementos distintos, enriquecer las canciones, renovarlas y seguir creciendo”, explica Salvador. No intentes amarrarme es la prolongación perfecta de su debut en 2012. A sus 24 años ha dejado atrás la imagen aún tirando a adolescente de aquella etapa, al mismo tiempo que exhibe un sorprendente avance como cantante y compositor.

En la composición, uno de los principales cambios se debe al empleo del piano para la creación de sus nuevas canciones. “Antes tiraba solo de guitarra, el instrumento que más domino. El uso del piano me ha permitido abrirme a un mundo nuevo y afrontar la composición desde un sitio diferente, no solo para las canciones más tranquilas del disco”, afirma. Aunque los temas más pausados representan la mitad del que será su nuevo álbum, que estará en las tiendas esta primavera, Salvador ha experimentado fusionando diferentes elementos como el rock, el reggae, la bossa nova… Sin separarse, eso sí, de las coordenadas musicales que cabe esperar de un artista que se autocalifica como melódico y contemporáneo.

Nacido en Barcelona pero afincado en Madrid desde su debut, Salvador ha evolucionado ante la atenta mirada del público y la profesión, que lo ha demandado para colaboraciones como la que llevó a cabo con Merche (Por si vienes) o con India Martínez (La estrella de la Navidad). Ganador también del Premio Cadena Dial al Artista Revelación en 2012, la evolución se aprecia en todos los sentidos: las letras, la música y la forma de interpretar son distintas, envueltas en una producción, dirigida por Antonio Escobar, que alcanza una dimensión más amplia, notablemente diferente y llena de matices que en su anterior trabajo.

El sonido y la línea de este segundo trabajo tienen mucho que ver con la experiencia vivida tras diez días de encierro con el productor y los arreglistas en una casa de Granada, de la que salió la orientación que iba a tener este nuevo disco. “Fueron días de mucho trabajo, de intercambio de opiniones; fue una ola de magia y de arte que nos permitió definir perfectamente la línea artística que iba a seguir el disco”, recuerda el joven artista, que zanja: “En esta ocasión me siento mucho más cómplice de todo el proceso artístico y de todas las decisiones relacionadas con la producción y arreglos del mismo”.

Salvador define su nuevo trabajo como “un disco de amor en un sentido amplio, hecho pensando en la mujer y donde las historias que cuenta cada canción son experiencias cotidianas con las que cualquier persona puede identificarse. Un disco donde la temática general también gira entorno a vivir el ahora, ser uno mismo y dejarse llevar por los sentimientos sinceros”.

Én este nuevo disco Salvador Beltrán ha dado un paso adelante fijando su propia personalidad como artista mostrando de forma más clara las influencias y los diferentes estilos que le han marcado. Ahora camina con sus propios pies para continuar una progresión que data de cuando a los 13 años comenzaba a hacer sonar su guitarra a golpe de flamenco o Gipsy Kings. Aquel chaval que a los 18 años formaría Bohemios Autorizados y poco más tarde Cambio de planes, vivió una de esas historias que suceden cada mucho tiempo cuando su admirado Sanz le puso el ojo encima y comenzó a apoyar su música. Pero a partir de ahora, su único padrino serán sus canciones.

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